lunes, 5 de octubre de 2009

Desprendimiento de rutina

14-VII-98




Vine a Guadalajara porque me dijeron que acá encontraría trabajo. Y vaya que hay bastante. Lo que no hay son buenos sueldos. Todo está muy caro y pagan por laborar una miseria. Nada más falta que al solicitar empleo digan a uno: “¿Cuánto nos pagarás si te damos trabajo?” Pero en fin, caí aquí, en esta chamba de vigilante de Farmacias Nueva Galicia; parece que mis patrones son curas o tienen que ver con la Iglesia, algo así. Bueno, pero hoy en mi primer día de trabajo pasó esto: Me presenté con mi gerente, la saludé, se llama Marichuy— por qué todas las administradoras se llamarán así —, me dijo que iba a tener un contrato por un mes y que si era puntual, responsable y capaz luego me daría otro por seis meses y al año de aguantar tendría la planta. Nomás respondí que estaba bien. Comencé revisando los pasillos, todo normal. Ah, también me dijo Marichuy que iniciaría en el turno matutino de 7 a 14.30 horas la primera semana y que luego cambiaría al de 14 a 22.30 ó al de 22.30 a 7, como gustara, volví a decirle que estaba bien.



15-VII-98



Hoy, amanecí jarioso y la gorda de carnes frías se me hizo muy buenísima; es más hasta la indita que vende papas afuera de la farmacia aguanta. Cuando llegué hice la rutina de rigor: revisé pasillos, todo normal; luego me asomé un rato por los aparadores a ver en la avenida Hidalgo el choribús que aborta unas muñecotas. Voltée hacia la de Colón, casi a ras de los portales observé un tipo acostado en una reja de tomates pintada de rosita; envuelto en una cobija chanita de niño recién nacido, con cabeza cúbica y descomunal, es un fenómeno en exhibición a un costado de la farmacia, parece tamal. Jejé: El hombre tamal. Lo utilizan unos vivales para provocar lástima en la gente y hacerla que suelte limosnas.

A las 12.45 se me aproximó una mujer de no malas nalgas y preguntó que si vendíamos condones, le dije que no. Que si quería fuera a la farmacia Melamides, ella se rió de mi ocurrencia y se despidió cortés.



16-VII-98



Llegué a la farmacia sucursal La Merced, por Hidalgo y Colón, frente a Catedral y Plaza Guadalajara, a las 6.30 a.m. Tras revisar los pasillos todo se encontró normal. Como a las 7.35 a.m. se detuvo a una seño blanca, gordita, como de 18 años, con un polvo corrector según dijo ella venía a cambiarlo pero fue sorprendida robándolo de su lugar. Dijo traer el ticket de compra, pero se buscó y jamás lo encontró, pagó doble y se le dejó ir. Como a las 11.10 a.m. se detuvo a una ñora de la colonia Nuevo México de Zapopan, con los siguientes artículos escondidos en su panza que parecía de embarazada: un kilo de jamón, un litro de yogurth, una lata de leche en polvo, una bolsa de salchichas y un bebé sonriente embarrado de chocolates. Pagó doble y quedó libre. Salida sin novedad a las 14.35 p.m.



14-VIII-98



Llegada a la farmacia 17.45 p.m. Se revisaron los pasillos. Todo sin novedad. A las 21.15 p.m. se resbaló una muchacha en el pasillo central, ya que no se fijó que había un regadero de yogurth; al caer perdió el sentido en el acto, por lo que el encargado de la farmacia procedió a llamar a la Cruz Verde. Llegando a las 21.30 y retirándose con la paciente a las 9.45 p.m.



21-VIII-98



Ah, qué bien me la pasé mi día de descanso en El Tepezapote, allí recostado en el río; acariciado por el placentero cuerpo del agua, teniendo como almohada una piedra, mientras revoloteaban en mi cabeza los caballitos del diablo y las cucarachitas acuáticas pintaban círculos o hacían rayas en la piel del arroyo como lanchitas a gran velocidad. Luego me dio hambre y me fui con mis jefes a san Miguel Tateposco, a una huertita llamada Los guayabales, aunque tenga más limones, mangos, nogales, nopales y bambús. Yo nací allí, creo que también el Jamaicón Villegas, más ruco y famoso que yo, aunque se crió en La Experiencia, otro municipio de Zapopan. Total que me divertí. Todo normal en los pasillos, chequé a las 13.40, pues hoy entré al turno vespertino. Como a las 17.10 se detuvo una pareja de esposos, los cuales compraron varios productos; la mujer traía una niña en el estómago con un canguro, depositando a la discre un desodorante en las sentaderas de la nena, la hice pagar doble y su esposo se molestó, pues dijo que la niña había tomado el desodorante sin que ellos se dieran cuenta, lo cual no fue cierto.



30-IX-98



Hoy entré a las 9.45 p.m. me tocó bailar con la más fea de las rotaciones de turno. Bueno, que al cabo dentro de 15 días volveré al turno matutino, el que más me gusta porque así puedo trabajar horas extras, doblar turno o hacer lo que se me pegue la gana con mi tiempo sobrante. Pero en fin. Revisé pasillos y todo normal. Como a las 10.15 p.m. se detuvo a un par de señoritas con lo siguiente: una acetona, un endurecedor de uñas, 2 cortauñas y una lima. Se les recogieron, no pagaron nada, porque no traían dinero, nomás pa’l camión; pero se les advirtió que a la otra se les remitiría. Se detuvo un homosexual con 2 six que dizque había pagado, mostrando un ticket de hace un mes y que era de otra farmacia. Tampoco traía dinero, se le dejó ir, pero nos mentó la madre y nos gritó desde la Plaza Guadalajara: «¡Ay, qué ojeras de perro son ! ¡ Ojalá y su reverenda madre los tenga en su santa gloria!» Se terminó turno a las 7 a.m.



14-X-98



Ahora sí me siento de pocas. De nuevo estoy en el matutino. Chequé a las 6.30 a.m. Revisé pasillos y todo normal. Comienzo a percatarme, por mi experiencia de vigilante de 3 meses, que hay una constante en las personas detenidas: los ruquitos setentones roban para sentirse vivos, para llamar la atención, para que les hagan caso. Para no sentirse solos. Para experimentar algo diferente en su vida próxima a extinguirse, hacerse los antihéroes de ignoradas hazañas al borde de la agonía. Pues la mayoría sí traía dinero para pagar el robo, generalmente pendejaditas, como: rastrillos, crema, vitaminas, leche condensada, café, galletas, pomadas de La Campana, desodorantes y pastillas para dormir; mientras que los jóvenes roban queriéndose pasar de listos, según ellos para vernos la cara de indios, pero no la saben hacer y se queman por: cheves, papitas, chicles, chocolates y alcohol.



7-XI-98



He visto un buey que seguido viene con una chamarrota como esquimal y se agarra viendo y no compra. El otro día lo detuve para revisarlo y al abrir su sacurrón le saltó un potente tufo a mota, mugre, orines, alcohol y unas tiras de anfetaminas, benzedrinas, diazepanes y valium. Quise someterlo, pero se me soltó y antes de irse corriendo me gritó que su hermano era licenciado y que me iba a demandar por abuso de autoridad, calumnias, y por molestarlo, pues para mi mejor información él era un famoso poeta de Jalos: Enrique Macías Loza, más conocido por El Monsieur... En eso que choca con otro loco que yo también había detenido otras veces, un limosnero ciego, con un traje de vago, un letrero en la espalda que decía: Soy poeta, ayúdenme por favor. Y además con un bastón terminado en punta de clavo, creo apodado El Chubasco; el cual de improviso tumbó al Monsieur, lo cual aproveché para detenerlo, mientras me amenazaba diciendo que eso no se le hacía al mejor poeta de Jalos. Al oír esto El Chubasco le dio un bastonazo al Monsieur, gritando: «! Yo soy el mejor poeta de Guanatos y tú ni siquiera de la penal¡» Y que se trenzan trapeando el suelo, llegaron unos policletos y se los llevaron esposados, atravesados en sus biclas. Yo, me cae que no sé nada de poesía, pero en la bronca se le cayó un papel engarruñado y renegrido al Monsieur que decía lo siguiente: Recuerdo/ el frescor rosado de tu piel de julio/ dentro de la mezclilla nuestra/ de aquellos días/ La furia con que atacábamos / las memorables noches aquellas/ ¡hasta morir!/ Recuerdo/ la noche de fin de año/ con el pastel el vino los cigarrillos/ dando luz a la vida/ alguien ponía un disco/ del capitán Beefheart/ mientras tú y yo/ tirados en el suelo/ leíamos algún libro de poesía/ Recuerdo/ que el pastel sabía a chocolate verde verde/ y que tú estabas/ más sabrosa que nunca/ Recuerdo/ porque como dijo un reo compañero/ de ojos desorbitados/ (esquizofrénico según el diagnóstico/ del psiquiatra)/ lo único que nos queda/ son ya sólo los recuerdos.



31-XI-98



Llegada a farmacia 13.50 hrs. Nota: A 2 metros de la entrada por el lado de afuera, donde se pone el ñor inválido en su silla de ruedas, deja muy sucio el lugar donde lo dejan; huele a orines, favor de estar pendiente cuando lo traigan y decirles que se lo lleven o lo pongan en otra lugar por órdenes de Don Migue; comunicarlo al vigilante entrante. Gracias. Ah, también me comentó mi relevo que corramos al globero, porque no entiende que una cosa es nuestro trabajo y otra abusar de nuestra amistad, pues pese a que ya le perdonamos varias, reincide robándose los desodorantes y rastrillos mientras dizque platica con nosotros.



13-VII-99



Ya cumplí un año, pero ya me enfadé de la rutina; ya tengo bien ubicados a varios bueyes reincidentes, hasta con los ojos cerrados los cacho. ¿Son o se hacen los ingenuos? En fin, yo cumplo lo mejor que puedo con mi trabajo. Si el Lic. Pachotas no me aumenta el sueldo, renuncio. No ha pasado nada interesante, desde aquella vez que sorprendí en actitud sospechosa tapándose los pechos a una señorita bien torneadita con acento sinaloense; la cual al decirle que por favor quitara sus bellas manitas de su seno, temblando nerviosa se negaba y entonces a la descuidada, en caliente y de repente que le aplico un candado, que grita: «¡Quíteme sus puercas manos de encima, me lastima¡» La solté, ella descubrió su pecho y que asoma de en medio de sus redondeces superiores una cabecita de perro chihuahueño, su mascota, pero que me fijo bien y pelando los ojotes y papaloteando las orejas el perrito no soltaba de su hocico una bolita de chorizo, que se la arrebato y al darle el tirón que me traigo como un kilo de embutido que la indignada señorita traía bien escondido en su cintura. Pero fuera de eso, todos los días lo mismo: señoras desesperadas que se animan a robar leche en polvo, salchichas, galletas, jamón, Nescafé y medicinas para sus hijos y ellas. Algunas usan a sus crías como escudo, esconden lo robado entre sus ropas o en las carriolas; otras meten bajo sus faldas en pantaletas apretadas desde quesos y chorizos hasta rimel y maquillaje; otras dicen que porque no ajustaban se atrevieron a hurtar y algunas como la que sorprendí hoy que dijo: «Ay, no me detenga, no sea malito. Se ve que es buena gente, además mi horóscopo decía que hoy podía robar y no pasaría nada, ¿usted de qué signo es?» Nomás me dio risa y la dejé ir.



14-IX-99



Chequé pasillos. Todo normal. Sin novedad. Pero como a las 9.30 a.m., escuché ruidos extraños en la bodega. Me aproximé cauteloso y sorprendí a la del área de carnes frías con la panela derretida dándosela a mi colega. Salí aprisa y tumbé una estiba de champús. En eso llegaron unos de una camioneta preguntando que quién recibía mercancía. Les dije que yo. Me dijeron que si les ayudaba a descargar y me negué porque la otra vez no me dieron propina y aparte me regañó el Lic. Pachotas por abandonar mi puesto de vigilante. Encabronados, descargaron todo y creo que uno de Tránsito los multó por obstruir el paso en Hidalgo y por no mocharse con una mordida.



21-X-99



Aunque nomás trabajo en el turno matutino, ya no le hallo sentido a detener tanto desempleado, tanto indigente, tanto loco que se avienta a robar; no sé si realmente por necesidad o por cleptomanía, pero en fin yo cumplo con mi trabajo lo mejor que puedo. Hoy atrapé una muchachita que temblaba como mosca en telaraña cuando la metí al baño para revisarla. Se puso a llorar y pese a que estaba bien dotada, proporcionada y de apariencia decente, la hice desnudarse toda y además de perfumes y toallas sanitarias, descubrí un esbelto cuerpo en regla; se sintió humillada y a mí su olor me enervó, me volví vampiro. Me arrodillé y le supliqué que me dejara besar su flor sangrante, su manantial rubí y la dejaba ir. Ella aceptó con miedo, diciéndome: «Nomás no me muerda.»



22-X-99



Revisé pasillos, todo blablablá, etcétera, etc. Auuuhuuummm. Hoy sorprendí como a las 10 a.m. un tipo masturbándose en el pasillo, dijo que lo hacía porque lo excitan las fragancias y afeites que usan las damas; pasó un policleto y lo remití con él. En el tiempo que llevo aquí, ya me sé todos los personajes que aparecen aquí en el centro de Guanatos; por aquí viene a vender cachitos de lotería El Pada Oda, viejito flaco y canoso que pronuncia la r como d. También una loca que regala estampitas, todo el día pide a todos los marchantes pa’l camión y aquí vive a 3 cuadras por san Felipe, creo que se llama Eva y era la ruca del Chubasco, el que se peleó con el Monsieur y con medio mundo. Cuentan que se acaba de torcer el Chubasco. Recuerdo que la última vez, hace casi un año, llegó aquí haciéndose el ciego con su bastón ese del clavo y bien que puso el ojo en unas papitas y un frasco de alcohol; yo lo dejé libre porque me divirtió declamando uno de sus poemas, más o menos así: Guerrera que templaste el arco cielo de tus piernas al vértigo disoluto de mi teorema. Báculo devorador de arcoiris en la primera huella. Romance que desafío vencer a toda estrella inmortal en la fragante luz de tu femenina grieta. Estanque donde se arrullan los sueños de mi sierpe laboriosa en transmutarse a la vía láctea de tu academia. Azar que desvistió el escudo de mi impotencia... Se fue contento de que no lo consignara, nomás vi que le volaba el letrero que traía en la espalda para identificarse como poeta. También he visto al hombre trapeador, auténtico rastafarian, el único que ha medido con sus pasos la ciudad y la lleva adherida en su más sucia estampa. Además he visto al hombre almohada, un ser sin extremidades que pide limosna y por su tronco grueso y su pose parece una almohada en la banqueta. Viene diario una familia de predicadores o mejor dicho los traen en una combi a la Plaza Guadalajara, los descargan con todo y aparatos de sonido, guitarra, panderos y una carriola donde sientan a sus niños que nunca crecen.



5-XII-99



Ya estuvo. No trabajo más aquí. Que al cabo de hambre no he de morir. Me regreso al rancho, allá se vive bien a gusto. Se vive sanamente comiendo lo que da la tierra: nopalitos, frijolitos, talayotes, hongos, tortillas con chilito de molcajete, conejos, pollos, cóconos, chivos, puercos y de vez en cuando alguna vaca desbarrancada. Decidí renunciar porque nuevamente ayer se desmayó del madrazo, una jovencita bien buena, al resbalar en un batidero de yogurt que las huevonas de lácteos no quisieron limpiar porque asch, les daba asco esa pegostera como semen de gigante. Además ya me cansé de ser responsable, puntual, obediente y haber terminado mi prepa, para nada. Pues sigo igual que cuando caí aquí, ni siquiera me han dado la planta, mucho menos aumento, pura chinga, arriesgando el pellejo para nada, basta. Estoy harto de aumentar las divisas a los elegidos de dios, a los opulentos que se la dan de honestos y pican para que dios los tenga en su santo seno por obra y gracia del sida, cirrosis, diabetes y cáncer. En esta vida los mercachifles nunca pierden, todo lo tienen calculado, hasta los robos en sus farmacias, que ya parecen supermercados y venden remedio y enfermedad, veneno y antídoto; quienes pagan el pato son los consumidores, el truco consiste en aumentar a cada producto un tanto por ciento de las pérdidas previstas. Y yo tan fiel como un perro, tan honrado siempre y respetuoso con mis patrones para que ni por su bendita reverenda madre ni un cinco me aumenten, ya chale.